Autoridad Vs Verdad

autverdEs muy común ver en nuestra sociedad como la gente hace o no hace lo que debe sin entender la verdad del porque de las cosas, simplemente lo hace o no hace por la presencia de una autoridad.

Un clásico ejemplo es el de unos niños que jugando en el colegio botaron la pelota sobre la cerca y a pesar que no debían cruzar la cerca, uno o dos la saltaron para buscar la pelota, luego fueron encontrados y disciplinados, se les preguntó porqué hicieron eso, y respondieron porque pensaron que la maestra había dicho que se podía, claro que esto fue una mentirilla, pero obviamente en su momento no entendieron porqué estaba prohibido.

Después de unos días entendieron que la regla no existe para imponer una autoridad, sino porque existe una verdad que se debe entender y atender para evitar caer en un mal que puede ser perjudicial. Este es el tipo de situaciones con las que nos encontramos los adultos, que nos movemos con acciones basadas en la existencia de una autoridad que dicta que hacer, en lugar de hacer lo que es correcto como verdad de forma natural, cuidado que no estamos hablando de lo que conviene ni de desobediencia, sino de lo que es verdad absoluta, que en oportunidades es inconveniente.

En el caso de los niños que perdieron la pelota, no entendieron que podían haber sido secuestrados, o arroyados por un carro, etc., en este caso la verdad sobre el peligro que corrían debió ser la base del razonamiento, en lugar de cuestionar la autoridad que impone la regla. Así nos pasa también con nuestra fe, a veces nos ponemos testarudos con ciertas direcciones que nos impone nuestra religión como autoridad, dado que es más sencillo hacer lo que nos place o lo que es mas fácil, pero cuando caemos en cuenta de porqué existe esa dirección, si queremos ver la verdad absoluta de lo que se quiere lograr la cual esta centrada en el amor a Dios, deberíamos entender y nuestras acciones deberían fluir naturalmente hacia la dirección correcta, la que es agradable a Dios.

Los gobiernos también imponen una autoridad que puede ser cuestionada, porque las reglas impuestas en las constituciones o en la leyes de los países son hechas por seres humanos en base a lo que constituye lo mas justo según las costumbres humanas de la región, podemos profundizar en ellas y llegar a un acuerdo o desacuerdo sobre la misma, generalmente se basan en leyes naturales y universales, pero dependen de las circunstancias y no necesariamente son verdades absolutas. Como ejemplo, en algunos países es ilegal abortar, mientras que en otros es legal, sin embargo la verdad absoluta agradable a Dios sabemos que es la de no matar a ningún ser humano inocente bajo ninguna condición desde el momento en que comienza la vida en la concepción.

Es fácil confundir cuando no tenemos a Dios como norte, con esto no quiero decir que se deban violar las leyes, por el contrario se deben respetar, pero eso no quiere decir que podemos apoyarnos en las leyes para justificar acciones, como en el caso de los países que permiten el aborto, que no son agradables a los ojos de Dios. Al final de cuentas, debemos usar nuestra inteligencia y nuestra fe, la cual nos ayuda a tomar libremente las decisiones morales correctas sobre la verdad que debemos entender hasta el fondo como absoluta y que nos acerca a Dios.

Esto es sin embargo muy diferente de la autoridad que ejerce la iglesia Católica sobre sus feligreses, esta autoridad viene directamente de Jesucristo comunicada a los apóstoles, como institución creada por El, la cual nos guía con reglas como las reglas que impondría una madre a sus hijos e hijas, los buenos padres que educan bien a sus hijos no les conceden todo lo que ellos quieren, en busca del bien de sus hijos le prohiben hacer lo que les daña, le dicen lo que es bueno y lo que es malo, al final los hijos deciden libremente que hacer. Pero estas sí son reglas con una verdad absolutamente buena porque Jesucristo es Dios, nuestra única y verdadera autoridad, y por tanto cuando usamos nuestra libertad dada por Dios con amor, todo debería salir naturalmente bien, no es necesario que alguien nos diga que no debemos matar o robar, simplemente sabemos que no lo haremos no sólo por sentido común sino porque sentimos ese amor al prójimo en nuestros corazones que naturalmente nos impiden cometer semejantes acciones, y lo mismo va con todo.

En nuestra vida cotidiana, si vemos a nuestro alrededor definitivamente no estamos claros porque existen las reglas, o porque tenemos ciertas direcciones en nuestra fe. Si realmente queremos ser agradables a Dios, El sabe perfectamente que estamos acomodando la verdad a nuestra comodidad, obviamente no le estamos engañando, ni tampoco esa verdad se modificará a nuestra verdad, es a nosotros mismos a quienes engañamos, no queriendo profundizar en la verdad de las reglas y hasta a veces criticándolas estamos simplemente cerrando los ojos a lo que no queremos ver por conveniencia propia.

Queda claro entonces, que Dios es nuestra única autoridad, y a su vez es nuestra única verdad. Dios no se impone sino que nos da la libertad de hacer lo que queramos, y con esa libertad podemos escoger conocerle más o creer que lo sabemos todo, he ahí el punto clave, si decidimos conocerlo más entonces entenderemos la verdad absoluta y nos moveremos guiados por el amor a nuestra única autoridad, Dios, pero si decidimos que lo sabemos todo entonces nos volvemos ignorantes de la verdad y caemos en el relativismo que se aleja de Dios.

Es tan difícil llevar una vida de abstención a las cosas que la sociedad adopta de forma normal pero que no agradan a Dios, y también haciendo lo que te cuesta más por amor a Dios aunque la sociedad te tílde de exagerado o inclusive de fanático, pero que no nos gane el demonio de la duda, la dirección está clara, profundicemos en ella y actuemos con amor a Dios y al prójimo de forma natural en nuestras vidas, con la ayuda del Espíritu Santo, y la intercesión de los santos, en especial el de nuestra santa madre la Virgen María, no caeremos en la tentación de seguir el camino fácil ni nos dejaremos llevar por lo más conveniente que no le agrade a Dios.

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